Las concepciones de Estado han ido variando en las últimas décadas. El Estado moderno dirigió el proceso de constitución de las naciones modernas, y fue concebido como fuente de poder centralizado y capaz de tomar decisiones que aseguraran el desarrollo de proyectos políticos y de políticas públicas que dieran coherencia a naciones homogéneas, encaminadas tras los ideales de progreso de la modernidad. Las sucesivas crisis del modelo, la primacía de los intereses económico- financieros por sobre los políticos y la visibilidad que adquirió el carácter heterogéneo de las sociedades complejas actuales hicieron tambalear las certezas de los ideales anteriormente pregonados, dando protagonismo a otras concepciones de estado, sociedad civil y movimientos sociales.
Entre éstos los pueblos indígenas ponen de manifiesto continuidades en sus formas organizativas, proponiéndose como otro modelo posible, que confronta con las estructuras organizativas del estado en sus distintos niveles, y debe dar continuidad a la construcción de estrategias para, por una parte acceder a recursos que el estado administra, a fin de implementar proyectos propios de desarrollo; y por otra al desafío de hacerlo sin disminuir las fuerzas de sus concepciones sino sosteniéndose en las mismas y en su potencial de creatividad colectiva, para superar situaciones de marginación, fortaleciéndose en la implementación de propuestas de autogestión.
Los/as estudiante de la Tecnicatura deberán estar en condiciones de analizar las implicancias de los diferentes modelos de estado, avanzando en acciones tendientes a la construcción de un estado multicultural y una democracia intercultural, que posibilite la convivencia en una sociedad pluralista en que las diferencias no se expresen en desiguales posibilidades de acceso a recursos y a formas de participación en los asuntos de gobierno. El aprovechamiento de los recursos ahora disponibles desde la actual estructura del estado, para el desarrollo de las iniciativas de la comunidad debe constituirse en una vía para el desarrollo sostenido de sus potencialidades.
Entre los efectos más impactantes de la globalización en nuestro País y en toda América Latina, se encuentran: el triunfo del neoliberalismo, acompañado de la exaltación del mercado y la democracia representativa, con su lógica de resolución de conflictos mediante la negociación de intereses particulares; la expansión de capitales económicos multinacionales; la crisis de representatividad reforzada por el distanciamiento entre el ciudadano y los centros de poder; la fragmentación de identificaciones grupales fuertes; la aparición de nuevas y más profundas formas de exclusión (precarización laboral, desempleo).
Estos fenómenos han influido en la descomposición de lo público, el debilitamiento de la vida política y la disminución de la participación ciudadana. El panorama invita a repensar la relación entre los órdenes simbólicos, los procesos/estructuras económico/políticas, los procesos de subjetivación y los de surgimiento en la escena pública, de movimientos como el de los pueblos indígenas. De estas nuevas tramas deberá surgir un orden social que defina lo deseable y lo posible, lo legítimo y lo ilegítimo, lo que implicará procesos de continua construcción, cuestionamiento y/o ratificación, por la interacción de los diversos sujetos socio-políticos. Éstos hoy disponen de dos tipos de vías para la resolución de los conflictos con el estado, en relación con sus necesidades: la institucionalizada (participación en organizaciones reconocidas o uso de canales ya previstos por la administración), o las acciones no institucionalizadas pero cada vez más frecuentes (movilizaciones y otro tipo reclamos que producen una ruptura en el orden establecido). Pero los grupos sociales cuentan con distintos niveles de poder para presentar sus demandas y obtener respuestas a las mismas. Sin embargo, en el acto colectivo emerge un "nosotros" que gana vigencia para sus derechos en el espacio público. Las formas de ejercicio de la ciudadanía, y la noción misma están en reformulación. Entre los sectores que han cobrado más fuerza y han hecho más visibles sus reclamos y demandas en los últimos años, se encuentra – en América Latina- el movimiento de los pueblos indígenas, que en sus luchas –desgraciadamente muchas veces signadas por violentas formas de represión ejercidas por los gobiernos- se presentan cuestionando las premisas mismas de la salvaje explotación de los recursos de la naturaleza y de la humanidad por parte de los grandes representantes de los capitales transnacionales, y reclamando políticas y prácticas en que cobren vigencia la solidaridad, la justicia y la relación armónica con la naturaleza.
En la presente UC se propone el análisis de formas diversas de prácticas de la ciudadanía, entre las cuales es preciso rescatar las construidas durante siglos por los pueblos indígenas, la gobernabilidad entendida desde los Pueblos Indígenas y desde el Estado, que ante el debilitamiento de la participación en los sistemas democráticos formales, se presentan como modalidades potenciales que invitan a repensar formas de inclusión y mayor justicia. El /la estudiante deberá realizar tarea de recolección de información, participar activamente en las instancias comunitarias de toma de decisiones, y realizar propuestas organizativas que tiendan a fortalecer la participación de los integrantes de las comunidades.